13 may 2008

Remanzo empedreñado

Raices simetricas escondidas, rayando el reguerzo madrigueño soleoso de la mañana, rascacielos de las ermitañas, huellas ermitañas encandecentes bajo el ortigoso sol de rayuelas espasmosas. Sin raices, sin mechones caidos, que ya no crecen ni en el oscuro invierno remolioso de las hojas color rubielo.
Cada mañana, anochecen rarezas parabolas grises en mi cabeza seca y hueca, llena de rastas secas marañas de arroyo no pertenecientes tediosos y apestosos.
Caladeras rosas cubiertas de miradas de ampollas de mariposas, salientes de puntos cardinales de esa extravagante corteza arbial. Petalos optimistas, carne de mis patrañas, reacciones de mis acciones, desarman la alegre y dermáñan de mis pupiles, alertes a la ciegues maternal, de aquellas espinosas y vardeosas rosas, diferentes a las otras, con un soporte en su interior de faradeos inmasticables, desagradables pero jueastíon.

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