10 jul 2008

Descanzo de muchas palabras

Sentada en el banco de la clase mi cabeza apoyada sobre mis brazos cruzados, descansando del arduo trabajo del pensamiento, dejando delirios sueltos, extravagantes recuerdos, cabellos caídos de la soltura que el aire a dejado sobre mi cuerpo, sobre la densidad de mi respiración, la longitud de mis latidos, la dureza de mis parpados, el perfume de mi personalidad, la sed de mi agua, lagrimas por dentro, en fin descansando.

Terraza desierta

La vista hacia el mar era agradable, la brisa jugaba con los granos de la arena, la llevaba de un lado a otro, salpicaban olas de arena, cubrían el agua bajo ellas, no dejaban ninguna parte húmeda del suelo. Eran vistas de mi alma, y recuerdo de cuando ella habría los ojos.

Mi alma cubría mi rostro, sólo ella me transmitía buenos recuerdos y desterraba los malos. No dejaba que nadie me lastimara, ni que una brisa que mueva la arena me tocara, me salpicara.

Sólo el sonido pasaba desprevenido por los hoyos de mi alma, y me dejaba atrapar la sensación del porqué se vive.

Un sans engañoso

El desengaño que se esconde debajo de mi almohada, se escabulle entre mis sueños, y despierta las entrañas de mis huesos, y desgarra la sangre de mis profundas venas, desoladas en la gravedad de mi piel, perdidas en el agujero del pulmón derecho, que transforma un remolino inverso a la que circulaban con normalidad, distrae el funcionamiento que sólo conocemos como una circulación dentro del organismo como enfermedad antretres, que sólo hace que la entienda el observador, que ya se dentro de mi (dentro de ti), mirando este mundo humano de humanos, lleno de ellos, escondidos dentro de ti (dentro de mi), de adentro hacia fuera, y no de afuera hacia dentro; lo bueno de éste sueño es… que aún esta dentro mi y de ti.