Aquella mirada

El sonido de tu mirada estrechamente sobre los brazos dormidos del sol saliente de cada anochecer, que al salir recorre todas las partes de mi cuerpo iluminado. Lo recorre como un camino que la luna no conoce y quiere ver qué hay más haya del final que no tiene fin. De aquellos largos brazos, de aquellas largas piernas que de cerca no parecen simples piernas sino que son como fideos de nunca acabar.
Y con ésto le agregaria un poco de salsa para darle sabor al camino, es como el mate cuando uno lo toma se siente acompañado y satisfecho.
Una cucharada de música para sentirnos a gusto, y así alegrar a la luna que quiere abrir los ojos para observar miles de veces más a los individuos que caminan delante de ella y desarrollan sus actividades. Y eso le produce tanto amor que cada ves que despierta lo hace sin tener que despavilarse. Y el camino que esta sobre mi piel se siente observado por el sonido de aquella mirada al despertar, aquella mirada de luna saliente de cada atardecer.
Y así me siento yo, que me observan desde arriba sin compromisos, sólo satisfacción y placeres de la vida, de una luna desolada, alejada de la multitud humana, donde nadie la moleste y asi vívir la vida felíz y así vívir y así la vida y así felíz.

SOBRAS IN-REALES

Coordinación espontánea sólo hay
en cuatrocientas palabras,
no cincuenta.
Una tras otra continuamente,
sin poner trabas ni puntos,
sin ser discontinuas,
letras amigables,
frases in-entendibles,
conservación de la imaginación,
sin un retraso,
sin impediciones,
razonamientos constantes,
letras y más de ellas
desbordantes,
atragantes,
ahogantes,
voladoras de cielo,
perteales en mis ojos,
volátiles junto a mis cabellos,
tangible de lo intangible,
sin sus copias,
sin sus reales,
parecidas a ti,
escamas del horizonte,
reacciones inmediatas,
zoparando tu conciencia,
realzando tus sin saberes,
cotidianos paralelos,
deseo marginal,
pedazos de metal,
mordiendo los sentidos,
curando el papel arrugado,
yo-palabras
yo-palabras. -(106 de ellas)-

Remanzo empedreñado

Raices simetricas escondidas, rayando el reguerzo madrigueño soleoso de la mañana, rascacielos de las ermitañas, huellas ermitañas encandecentes bajo el ortigoso sol de rayuelas espasmosas. Sin raices, sin mechones caidos, que ya no crecen ni en el oscuro invierno remolioso de las hojas color rubielo.
Cada mañana, anochecen rarezas parabolas grises en mi cabeza seca y hueca, llena de rastas secas marañas de arroyo no pertenecientes tediosos y apestosos.
Caladeras rosas cubiertas de miradas de ampollas de mariposas, salientes de puntos cardinales de esa extravagante corteza arbial. Petalos optimistas, carne de mis patrañas, reacciones de mis acciones, desarman la alegre y dermáñan de mis pupiles, alertes a la ciegues maternal, de aquellas espinosas y vardeosas rosas, diferentes a las otras, con un soporte en su interior de faradeos inmasticables, desagradables pero jueastíon.

Ellos vuelan como yo

Los acompaño día y noche, sol y luna, los acompaño a volar, ellos vuelan como yo.
Sus pensamientos y sus sentimientos son parte de su creación, dudas intrigantes bajo el cielo.
Verlos volar es un deseo de alguna persona viendolos de la tierra, nosotros somos tierra, ellos son cielo, aún así, ellos vuelas como yo.
Son las escapadas de mis alas que hace ver el cielo antes de que salga de su cascaron. Mirandolo desde el tejado, convirtiendome en el, haciendo su amistad en cada reflejo de su color.
Ellos vuelan sobre mi, yo vuelo sobre ellos, siguen mis miradas, siguen mil adios.
En las mañanas oscurecidas por ellos mi ventana despierta perpleja de sus miradas, viento de sus exhalantes alas de oro, rafagas de acero.

Rosal de tuercas

No gires.
No gires.
No gires!
...

Crece,
rosal de tuercas.

Marcadores de color ojos

A simple vista no te veo,
a simple vista no me veo,
seras tú,
seras yo,
sólo creo que no lo sé.

Tus bolsillos vacios de mis palabras,
mis bolsillos llenos de ojos,
¿tus ojos?
¿mis ojos?
aún así no te veo.

Comparte tú marcador,
subráyame,
marcame por debajo de la letra,
derrama tu tinta negra,
blanca no,
así te veo!

Ojos de diasnoche

Mis oídos distorsionan el sonido
del ambiente
que proviene fuera de mi cuerpo,
fuera de mi interior,
bien profundo por fuera,
perdido en el antipático ruido de la realidad,
en el apestoso aire de mi imaginación,
en la calidez de mis pensamientos.

Mis ojos solo ven puntos
blancos y negros
que solo reflejan líneas horizontales y verticales
sin sentido,
sin un final,
sin una vida.

La luz brillante que reflejan sobre ellos
es tan radiante que solo los quema al parpadear,
y por dentro
se sienten como en un punto sin equilibrio
a la ciegues incondicional.

Canciones rotas

Rasguñar las letras,
raspar contra la pared
las palabras,
palabras sencillas,
palabras complicas,
se destrozan con el papel,
papel que no les tiene respeto,
pero que a su ves es sabio
y maduron,
deja ya las letras,
deja ya las palabras,
y ven,
sigueme,
a mi,
a yo,
que siempre te voy a tener en cuenta,
que nunca te voy a rasguñar
ni a raspar,
y la gota de tinta de mis pensamientos
siempre te va a acompañar.

Mis mil miradas

Cielo gris caía en primavera
sobre el tejado de mi casa,
viéndolo caer
como una suave brisa golpea mi cara,
raspando mis mejillas y secando mis parpados.

Esta es la nada
que me hace sentir brillar
y escapar del papel arrugado
que envuelve mi corazón.

Pero lo que en verdad siento no es la nada,
ni el papel,
ni lo que brille,
sino el cielo,
el aire y
las hojas.

Y cuando miro por la ventana
sólo veo palabras
y cielos
que miran dentro de mi ventana,
y ventana sólo quiere vívir
y no estar más escondida
dentro de habitación,
y habitación sólo me ve
yo estando ahí,
y yo estando ahí,
observando sus vidas,
y sus afectos,
y recordandolos en mis mil miradas,
y en mis mil miradas recordandolos.