29 sept 2009

Mi vida en un sueño


Mi vida en un sueño

Todo a mí alrededor parecía una pesadilla, miraba para mis costados y no veía nada, un oscuro desierto se acercaba a mi imaginación. Sin pensarlo ya estaba parado frente a él.
Estaba solo, nadie se encontraba a mi lado, sólo yo y mi imaginación. De pronto un ruido atormento mis oídos, eran rayos, explosiones que caían del cielo, nubes con formas misteriosas, pájaros que volaban sobre mí. Ni siquiera pensé que eran pájaros, sólo siluetas que tenían formas de pájaros. No sentía mis piernas, estaban en el gran agujero de las arenas movedizas. Cerré los ojos para pensar en otras cosas y salvarme de ser ahogado por aquellos abrazos de arena que me cubrían.
No veía nada, estaba completamente ciego o es el lugar en el que encuentro. ¡Que serenidad!, pensé. A lo lejos vi un punto blanco, camine hacia el con decisión, quería salir de esa oscuridad. Sentí que una suave brisa jugaba con mi ropa. ¿De dónde saldrá?, me pregunté. Ahí no había nada.
Me fui acercando a aquella misteriosa luz, y empecé a vislumbrar una orilla en la que el viento hacia vibrar los árboles que la rodeaban. De pronto esa luz que me hacia sentir como que salía del vientre de mi madre se apaga. Desapareciendo esos sentimientos y ya no sabia qué pensar, no sabia qué hacer. Estaba cansado.
Al rato, un recuerdo vino a mi cabeza: era yo corriendo aquel maratón cuando tenia doce años, no llegaba a la meta, se me hacia infinito el camino y ya no tenia fuerzas. Iba quinto en esa carrera, veía para un lado, estaba mi familia, amigos apoyándome; volví a mirar hacia delante y estaba la meta. Puse toda mi fuerza, piernas, pies, todo mi corazón para llegar. Antes de la carrera pensaba: no voy a perder. Pero ahora no me interesaba, no me importaba llegar último o primero, lo único que me importaba era poner orgullo y llegar a la meta para poder decirle a mi mama: no puedo creer, corrí 700 metros y lo logre, pensando en ustedes.
Otra vez la oscuridad me rodeo, ya no me sentía cansado, me sentía confiado, lo que seguirá después de esta noche me fortalecerá, afirme.
De pronto escuche un sonido que, paulatinamente, se acercaba. Era un sonido de tambores que retumbaban mis oídos y daba una sensación de cosquilleo. Me senté en la oscuridad a escucharlo, al principio me intrigaba; después me acostumbre a ellos y se sentía agradable.
Me acosté en la oscuridad pensando que estaba sobre un terreno en el que hacia meses que no se cortaba el pasto. Veo por encima mío a ese pasto creciendo hasta formarse un colchón. Que lindo día, pensé; el sol salio; grandes árboles crecieron rápidamente, una laguna apareció, la verdad…un lindo día.
Me quede pensando que ya no me pasaban cosas malas si no las pienso; sólo pasan cuando tengo un mal recuerdo o algún pensamiento que, en mi cabeza, quedo desordenado.
Mire el cielo azul borroso con estrellas brillantes y titilantes; y había una en especial que parecía que me señalaba: me observe para ver si había alguna marca y no tenía ninguna. Lo que si vi detrás mío fue una piedra que decía: “no me arrojes”. La sostuve en mi mano pensando: ¿qué significa esta piedra?, la mire unos minutos y la guarde en mi bolsillo.
Salí a caminar por la nada y encontré dos caminos, uno blanco y uno negro, como una pantalla que se dividía en claridad y oscuridad. Decidí optar por ir entre ambos, por el centro, hasta que choque con un gran muro. Lo golpee para ver de qué material estaba hecho: era de acero muy difícil de romper. Grité a la nada: ¡¿Qué pasa, acá termina?!
Cerré mis ojos pensativo, qué sentido tenia seguir en este lugar carente de realidad, pura imaginación. Al rato sentí que algo se movía en mi bolsillo, metí mi mano, saque la piedra y seguí revisando; no había nada; mire la piedra que decía: no me arrojes. Y un gran rió apareció delante de mi; me acerque a el, me incline, el agua era límpida, transparente, se podía ver cómo corría el lecho. Veía mi reflejo a través de ella, observe mi cuerpo, como se partía en el agua: era como verme en un espejo partido en mil pedacitos. Era realmente hermoso. Arroje la piedra al rió haciendo cuatro patitos: ¡que lindo!, pensé.
Me acorde de algo que siempre quise hacer en algún sueño o en alguna vida, nadar en un mar de arroz con leche. Y el rió desapareció y a lo lejos se avecinaba una ola de arroz con leche. Empecé a correr para que no me tape, corrí y no pare hasta que llegue a la orilla y descanse; comí un poco de arroz con leche, nade sobre el, disfrute, recupere fuerzas y seguí adelante.
Estaba bastante entretenida esta aventura sin rumbo, este paraíso sin salida y sin sentido.
A lo lejos observe algo que se movilizaba a saltos; achique mis ojos para poder ver con más claridad. Me fui acercando cada vez más hasta que la vi: era una rana, la cosa más simple que conocí y que en adelante me acompañaría. Le pregunte ¿Cómo hiciste para aparecer? Ella me contesto que la hice aparecer yo. Pero ¿Cómo? Me contó que especulé que seguiría esta aventura solo y que por eso había aparecido, para acompañarme, para llenar el vació de mi soledad. Hable con ella de todo un poco, de política, de ciencias, religión, y de muchos otros temas; me aclaro dudas, temores, fantasías. Nunca había tenido una charla así con una rana, estaba realmente satisfecho. Ella me contó que ya estaba vieja y quería morir feliz en un rió. Lo pensé y el rió apareció. Toque el pegajoso y rugoso lomo de mi amiga y le dije que no tenia por qué preocuparse, que todo iba a salir bien, que moriría como lo había soñado, y seria feliz en el sueño que prolongaría en su otra vida.
Y me despedí de ella siguiendo mi camino sin rumbo.
Empecé a amar este lugar, a sentirme bien con mis fantasías, a pensar que cada vez que deseo algo puedo crearlo en mi imaginación y puede ser tan vivido como cualquier hecho real.
Así pensé: hoy lloverá, y empezó a llover, y una fuerte tormenta se desato y eso me agrado.
Me encanta la lluvia, los días grises, el viento, el aire. Me gusta todo lo que me rodea, y todo apareció a la vez en mi imaginación y yo lo siento tan real, concreto, palpable. Puedo imaginar días tormentosos, lluviosos, calurosos, nevosos, fríos. Y después cambiar a otro panorama, otro paisaje, otra época.
Que bien me hace sentir esto de hacer aparecer lo que sea, esto de dar vida, de crear paraísos, mundos fantásticos. Si las personas sabrían que pueden hacer esto no se sentirían infelices, insatisfechas, sentirían que volverían a nacer, que nada es inalcanzable y que, a través del pensamiento podrían derribar todos los muros que no les permiten ver más allá.
Me di cuenta que mi forma de pensar ha cambiado, y lo que pienso es más importante que lo que hago. Y cambiar es bueno porque me hace feliz. Y encuentro la felicidad en las pequeñas cosas que mi mente me brinda a cada instante.
De chico yo me decía que, cuando fuera grande, quería hacer algo diferente. Parece que ahora esto es algo diferente, en este lugar, tan misterioso y escondido de la realidad, tan inserto en mi imaginación.
Ahora que lo pienso, este es mi lugar especial, porque esta escondido en mi mente y nadie con pensamientos negativos puede acercarse y destruir todo lo positivo que hay en él.
Divago en mis pensamientos, dentro de mí, en mi mundo, abro un ojo para ver cómo es, y todo lo que pienso, lo convierto, lo transformo, lo hago aparecer y desaparecer, le doy vida y lo deshago.
Este lugar es tan maravilloso que me es útil para la vida real, para madurar, para ser feliz y para ayudarme a superarme día a día.

No hay comentarios: